martes, 22 de enero de 2008

Los límites de la palabra (2004)

El propósito de esta obra es abordar la problemática de la palabra, más específicamente sobre los propios limites de las palabras... entre ser real y quedar en el plano de la inconciencia, abstracta, vacía de cuerpo y de voz pero cargada de significado. Ahora bien... ¿se pueden expresar y/o materializar dichos estados de la palabra?, ¿cómo?... ¿cómo doy cuenta de esa situación, de esos limites o de su ausencia?....
A causa de esto, decidí introducirme y explorar "el mundo de la palabra", tan complejo y tan amplio.
Investigando diferentes fuentes, me encontré con Clarice Lispector y un texto alusivo a su obra (estudios de Elena Losada Soler, Universidad de Barcelona) titulado "La palabra rigurosa". Clarice Lispector nos dice:

"La palabra tiene su terrible límite. Más allá de ese límite está el caos orgánico. Después del final de la palabra empieza el gran alarido eterno..."

"Escribir es una forma de salvación y también una condena: yo escribo y así me libro de mí y puedo entonces descansar. Porque escribir es peligroso, es entrar en contacto con otra realidad y ser su vinculo. Tengo miedo de escribir, es tan peligroso. Quien lo ha intentado lo sabe. Peligro de revolver en lo oculto. Para escribir debo colocarme en el vacío a través de la intuición "...

..."la lucha entre la necesidad de expresión y la tentación del silencio... el lenguaje, después de un cierto límite, entra en el reino de lo sin nombre... intenta retener lo fugitivo, fijar lo inaprensible"...


Esto es lo que intento expresar en mi obra: dar cuenta de lo inaprensible, por medio de la palabra, en un espacio o situación posible; y del límite de la palabra, a causa de lo inasible. Allí es donde toma cuerpo la palabra. Cuando me refiero al límite de la palabra, me refiero a ella en su naturaleza, situada en un plano ajeno a la realidad, como por ejemplo ser sólo pensamiento idea, sueño, deseo, dolor, problema; un ente abstracto que para ser o tener cuerpo (pasar el linde de lo abstracto para concretarse) debe ser escrita o hablada.




…me imagino el momento en el que el cuerpo puede relajarse y dormirse, dando paso al fluir del pensamiento, a cosas ajenas a la realidad corpórea; y más aún pienso en la situación de sueño, de ensoñación; en donde todo eso emerge sin límites, en donde hasta lo real puede convertirse en irreal. Esta opción me lleva a pensar en un espacio en donde la palabra no pueda “ser” realmente, un espacio ideal, irreal; cerrado y limitado, en el cual la palabra abstracta alude a esa realidad que no alcanza: daría cuerpo a temores, vivencias, dudas, problemas, recuerdos, deseos, sueños de esa “otra” realidad. Un espacio que apresa a la palabra, que la limita.



Qué consecuente e instantáneo puede ser pasar el límite y dejar de ser palabra para ser silencio, y viceversa….palabra, palabr, palab, pala, pal, pa, p… pa, pal, pala, palab, palabr, palabra, palabras…

........


Digo lo que digo pero no digo nada sin sentido…soy así: palabras, palabra, palabr, palab, pala, pal, pa, p…
La palabra, en ese barboteo de cosas que desborda la mente, que es difícil de sacar literalmente como se piensa en realidad.
Y es allí…es ahí, en la mente del hombre, donde es verdaderamente real, virgen, limpia de procesos sígnicos, de interpretaciones que las transforman y que la hacen pertenecer a este mundo que la ensucia, que la hace impura, que la transforma…y bla, bla, bla, bla, bla…
No es fácil expresar tal cual la verdad de la palabra, pero a veces la falsedad o la falsa verdad suena bien, se escribe bien y se ve bien, y nos ilusiona o consuela haciéndose pasar por real…
…a veces si, a veces no…la mayoría de las veces.
A.S.-

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